Cuando nos paramos para pensar en nuestras vidas y algunas personas nos preguntamos ¿qué podríamos hacer para mejorar la vida de quienes nos rodean? Surgen muchas respuestas y una de ellas es defender la paz y condenar cualquier clase de violencia contra las personas, principalmente hacia quienes están más indefensas.
Recuerdo que cuando era niño, rezaba por las noches y pedía que acabasen las guerras y el hambre en el mundo. Ahora que soy un hombre, perdí la fe y ya no rezo, pero sigo manteniendo la misma esperanza en que algún día la especie humana sea capaz de vivir en paz, con igualdad de derechos y oportunidades y con verdadero espíritu de solidaridad, pero es necesario cultivar esos valores a través de la educación de las futuras generaciones.
No puedo perdonar al asesino de mi hermana.
Quisiera que no muriesen más mujeres y que más hombres no se conviertan en asesinos.